En el artículo anterior abordé el tema del apego en las relaciones tempranas entre cuidador e infante y su importancia en el desarrollo psicológico del niño. Estas experiencias infantiles tienen una gran influencia en cómo percibimos a los demás y a nosotros mismos.
Hoy hablaré de cómo patrones tempranos de apego moldean nuestras expectativas en relaciones posteriores. Sin embargo, antes de entrar en materia, os recomiendo escuchar el cuento que narra Sergio Fernández al principio de su programa de radio… tiene mucho que ver con el apego:
Y es que el tipo de apego que los niños desarrollan hacia sus cuidadores en la infancia temprana tiene efectos duraderos posteriormente en la adolescencia y en la vida adulta (Bowlby, 1980). Es más, estos estilos de apego suelen transmitirse de una generación a otra.
La Universidad de Berkley (Main, Kaplan, Cassidy, AAI, 1985) elaboró un instrumento para codificar el estilo de apego en diferentes adultos. Los resultados determinaron la siguiente tipología:
1) Apego seguro.
Son personas que confían en los demás y que buscan cercanía emocional en sus relaciones. También poseen una buena autoestima y se muestran abiertos a sus propias emociones. No les preocupa demasiado estar solos o no ser aceptados. Estas personas tienen por lo general una visión positiva de sus relaciones y tienden a encontrar un buen equilibrio entre intimidad e independencia. Un apego seguro y un funcionamiento adaptativo son fruto de un cuidador en la infancia que ha estado emocionalmente disponible, que se ha mostrado sensible a las necesidades de apego de su hijo, y que ha sido capaz de regular tanto las emociones positivas como negativas de su hijo.
2) Apego evitativo.
Estas personas se sienten más a gusto cuando existe distancia emocional con otros, se muestran cínicos respecto a la importancia de las emociones, y tienden a falsificar recuerdos desagradables. Es muy importante para ellos sentirse independientes y auto-suficientes. No les gusta depender de otras personas o que otras personas dependan de ellos. Esta pseudo-independencia es una ilusión sin embargo, porque los seres humanos necesitamos conexión. El deseo de independencia a menudo aparece como un intento de evitar demasiada cercanía o intimidad. Tienden a suprimir o esconder sus sentimientos como mecanismo de defensa y a invertir en bienes materiales.
3) Apego preocupado.
Recuerdos conflictivos y no resueltos en la infancia contaminan las relaciones actuales y actitudes hacia uno mismo y los demás. Las personas que pertenecen a este estilo de apego compensan su sentimiento de baja autoestima a través de una excesiva dependencia hacia su pareja. Las relaciones íntimas que mantienen con su pareja se caracterizan a menudo por ser simbióticas. Exhiben niveles altos de expresividad emocional, preocupación e impulsividad en sus relaciones. Necesitan constantemente ser tranquilizados y sentirse seguros. Cuando su pareja muestra conductas independientes, tienden a tomárselo como una señal de que su pareja no se preocupa por él o por ella.
4) Apego «temeroso».
Se caracterizan por tener miedo a las reacciones de los demás y por sentirse inseguros. Esto hace que estas personas sean inconsistentes y confundidas. Son muy dependientes debido a que a través de sus relaciones buscan ser confirmados pero a la vez tienen expectativas negativas de los demás (no confían) y se sienten incómodos en situaciones de cercanía emocional. A menudo tienen miedo a ser abandonados pero también anhelan intimidad. Estas dos posiciones contradictorias los mantienen en un conflicto constante. A menudo se sienten abrumados por sus emociones y tienden a ser impredecibles en sus estados de ánimo. Parten de la premisa de que necesitan acercarse a los demás para satisfacer sus necesidades pero que si se acercan demasiado, corren el riesgo de que les hagan daño. Estas personas suelen mantener relaciones dramáticas caracterizadas por altibajos.
El tipo de apego influye en la satisfacción y duración de las relaciones de pareja.
Un apego seguro, por ejemplo, suele conllevar una comunicación más constructiva, mayor compromiso y mejores estrategias para lidiar con conflictos, por lo que la satisfacción y duración de la relación será mayor en general que otros tipos de apego.
Las personas con un apego preocupado suelen permanecer en relaciones de larga duración también. Sin embargo, el miedo a ser abandonados y las dudas que tienen sobre su valor como pareja llevan a esas personas a permanecer en relaciones infelices.
Cuando se disuelve la relación amorosa.
Cuando se disuelve la relación amorosa, la gente pasa por una fase de ansiedad de separación y duelo. El duelo es un proceso muy importante porque permite la aceptación de la pérdida y facilita la transición. Durante el proceso, la gente utiliza diferentes estrategias.
Las personas con un apego seguro tienden a buscar apoyo social mientras las personas con apego evitativo tienden a devaluar la relación y a aislarse. Las personas con apego preocupado son más propensos a prestar atención a la experiencia de angustia (Pistole, 1996).
Conclusiones
Nuestro estilo de apego influencia desde la selección de pareja, la satisfacción de nuestra relación y nuestra forma de terminar una relación. Por eso, reconocer nuestro patrón de apego nos puede ayudar a entender nuestras fortalezas y vulnerabilidades en una relación. Una terapia de puede ayudar a conocer tu estilo de apego y trabajar hacia un apego más seguro.
Por Jasmine Murga
Fuentes: 1, 2, 3 y 4.[mashshare]