La importancia de las experiencias infantiles tempranas

Los niños necesitan una relación segura con al menos uno de los padres (o cuidador) para poder desarrollarse social, emocional y cognitivamente. De forma resumida, esta es la premisa de la que la teoría del apego parte.

La teoría del apego centra su atención en las relaciones y vínculos que se forman entre personas, particularmente en las relaciones de largo plazo entre padres e hijos y más tarde, entre parejas románticas.

El apego es un fenómeno universal que no conoce límites culturales, étnicos o geográficos. Los niños buscan proximidad con el cuidador cuando se sienten alarmados, con la expectativa de que recibirán protección y apoyo emocional, y esto independientemente de si se trata de un niño en una tribu en Uganda (Ainsworth, 1967) o un niño estadounidense. Además, esta conducta instintiva también se observa en primates. Esto se explica evolutivamente por el hecho de que las conductas de apego garantizan una mayor probabilidad de que la cría sobreviva a los peligros circundantes como depredadores por ejemplo.

estimulacion bebe

John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista ingles, fue un pionero en el ámbito de la teoría del apego. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) le pidió que estudiará los efectos psicológicos observados en niños sin hogar y huérfanos de la Europa postguerra. Lo que encontró Bowlby fue que las experiencias infantiles de relaciones interpersonales con las figuras cuidadoras son cruciales para un desarrollo psicológico sano del niño. Fue a raíz de estos hallazgos que Bowlby elaboró la teoría del apego.

Más tarde, a finales de los años 60, Mary Ainsworth, diseñó un experimento llamado “Situación Extraña” (1969). Ainsworth evaluó el vínculo afectivo del niño con la madre en función de la respuesta que el niño manifestaba tanto en la fase de separación como durante el reencuentro. Basándose en sus descubrimientos, describió tres principales estilos de apego que vienen descritos a continuación.

  1. Apego seguro: Estos niños se muestran angustiados y lloran cuando el cuidador se va. Pero cuando vuelve, lo reciben positivamente, buscan proximidad y se muestran aliviados y consolados cuando el cuidador los coge en brazos. Cuando está la madre, sienten que tienen una base segura para explorar. Los niños seguros están más abiertos al aprendizaje, presentan menos problemas conductuales, se llevan bien con los demás niños y saben regular mejor sus impulsos.
  1. Apego evitativo (inseguro): Estos niños manifiestan aparentemente pocas reacciones ante la separación. Juegan de forma bastante independiente y cuando vuelve el cuidador, lo ignoran o a penas muestran afecto. Sin embargo se trata de una estrategia de defensa. Aunque se muestren inexpresivos, internamente experimentan un alto nivel de ansiedad. Esto se da cuando el niño es frecuentemente ignorado y activamente rechazado por su cuidador. El niño entonces aprende a desactivar cualquier comportamiento ligado al apego, y tiende a no recurrir a la madre para regular sus emociones.
  1. Apego ambivalente (inseguro): Estos niños expresan una fuerte necesidad de apego pero no confían en su disponibilidad. En consecuencia, reaccionan de forma intensa frente a la separación. En la fase de reencuentro, buscan un contacto físico cercano con su madre, pero a la vez se resisten, de ahí el termino “ambivalente”. El contacto con la madre no parece tranquilizarles. Se muestran enfadados y angustiados. La figura cuidadora por lo general es descrita como inconsistentemente receptiva (a veces sí, otras veces no) a las señales de búsqueda de apego de su bebe o niño, de forma que el niño pierde confianza en la predictibilidad del progenitor. Debido a esta incertidumbre en la que viven, permanecen preocupados y dependientes.

Experimento de la “Situación Extraña” de Mary Ainsworth:

Un cuarto tipo de apego llamado “Apego desorganizado” (inseguro) fue identificado más adelante (Main, & Solomon, 1990):

Los niños con un Apego desorganizado a menudo presentan conductas que parecen desorganizadas o confusas. Estos niños se comportan así porque temen la figura cuidadora. La madre o el padre posiblemente haya actuado de una forma que haya asustado al niño o se haya mostrado asustado. Sea cual sea el motivo el niño ha aprendido a tenerle miedo. Estos niños hacen frente a una paradoja irresoluble: el cuidador, quien debería de ser la fuente de apoyo y seguridad, también es fuente de miedo.

¿Qué beneficios se observan en un apego seguro?

Cuando el principal cuidador se muestra disponible y receptivo tanto a las necesidades físicas como emocionales de su hijo, el niño consigue desarrollar un apego seguro. También es importante que las respuestas del cuidador sean consistentes y no se den separaciones demasiado bruscas y prolongadas en el tiempo. De forma general, un apego adecuado permitirá al niño crear una imagen de sí mismo como alguien merecedor de cariño y amor, y una imagen de la persona cuidadora como digna de confianza. Además, un apego seguro:

  • Le permitirá aprender a regular sus emociones
  • Fomentará el desarrollo de una buena autoestima
  • Le conferirá más independencia
  • Le dará la libertad y la confianza necesarias para explorar y ser curioso
  • Facilitará su desarrollo cognitivo y del lenguaje (y por lo tanto tendrá un mejor rendimiento en la escuela)
  • Le proporcionará habilidades sociales
  • Le hará menos propenso a padecer depresión y ansiedad más tarde en su vida
  • Le permitirá tener relaciones más satisfactorias
¿Cuáles son las consecuencias de un apego inseguro (evitativo, ambivalente y desorganizado) ?

Si en cambio la persona cuidadora no responde a las necesidades del niño, éste último formará una imagen negativa de sí mismo y/o tenderá a percibir el mundo como un lugar inseguro. Sus expectativas en el ámbito relacional se verán afectadas y será más proclive a sufrir ciertos trastornos mentales. Se sabe además, que la cualidad de estas experiencias tempranas con el cuidador pueden cambiar la arquitectura del cerebro y dificultar su desarrollo, dejando secuelas a largo plazo.

¿Cómo ocurre un apego inseguro?

Una enfermedad mental, una depresión postparto (lo cual es bastante más común de lo que se piensa) o problemas de adicción por ejemplo, pueden interferir en el establecimiento de una relación de apego satisfactoria con el bebe. Y cuando la conexión se rompe, esto tiene un efecto dramático en el bebe. Un ejemplo de lo que ocurre cuando el cuidador sufre una depresión significativa y no puede mostrarse receptivo hacia su bebe, es el experimento de “La cara inexpresiva” elaborado por el Doctor Edward Tronick, en la Universidad de Harvard.

Se observa en este video cómo el bebe pierde control sobre su postura y sobre su habilidad para regular su estado interior.

Con esto no pretendo alarmar a nadie. No se trata de ser una madre o un padre (o quien esté a cargo del niño) “ideal” o “excelente” sino más bien, como decía Donald Winnicott, de ser suficientemente buena madre o suficientemente buen padre. Y la buena noticia es que estamos biológicamente preparados para serlo. Hay momentos en los que los padres están cansados, distraídos, o ocupados y no pasa nada. Es decir, las rupturas en las interacciones con el niño ocurren de forma frecuente. La diferencia radica en que un cuidador sensible sabe manejar y sobre todo reparar esas disrupciones. También sucede que algunos bebes no dan señales muy claras de forma que los padres no saben lo que quieren o malinterpretan las necesidades del niño. En cualquiera de los casos, aunque el vinculo no se haya establecido correctamente desde el principio, los niños todavía pueden beneficiarse de experiencias posteriores. Por lo tanto, si tu hijo o hija presenta problemas de conducta (problemas con la alimentación y el sueño, llora mucho, etc.) o sientes que tienes dificultades para conectar con él o ella, no esperes a requerir la ayuda de un profesional o a asistir a algún taller para reconstruir ese vinculo roto. Con el tiempo, las cosas se complican, por lo que cuanto antes se intervenga, mayor probabilidad de que el niño se convierta en un adulto con buenas habilidades para enfrentar las dificultades de la vida. En el próximo artículo hablaré de cómo un inadecuado apego durante la infancia persiste en la vida adulta y se transmite de una generación a otra, a menos que se decida romper ese patrón disfuncional.

por Jasmine Murga

Fuentes:

Davies, D. (2004). Child Development: A Practitioner’s Guide. 2nd ed. New York: The Guilford Press.

http://psychology.about.com/od/loveandattraction/a/attachment01.htm

http://www.simplypsychology.org/mary-ainsworth.html[mashshare]


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