Relajarse es fácil mediante la visualización y la respiración


Sentado sobre una roca, observas cómo fluye el agua de un río, iluminado por los rayos del sol que se filtran a través de los árboles.

Un agradable aire fresco acaricia tu cara. Solo oyes el rumor del agua, el murmullo de las hojas y el trino de algún pájaro. El ritmo de tu respiración es pausado, igual que el de la naturaleza que te envuelve. Tu cuerpo está relajado y a tu mente acuden pensamientos agradables. Te sientes muy tranquilo y afortunado de poder disfrutar de este oasis de paz.

Relajarse es fácil.

Súbitamente una voz te pregunta:

«¿Dónde se cogen los números?»

Vuelves a la realidad. No estás en el campo, sino a punto de dormirte en el edificio de Hacienda. Es el último día para entregar la declaración. Hay una larga cola. Son las 12,30 y al mediodía tienes una cita de trabajo importante.

El recuerdo del domingo en el campo te tranquiliza y reconforta, pues la naturaleza es un excelente remedio contra el cansancio mental. Hace salir del entorno rutinario, ofrece un tiempo de plenitud para la mente y ayuda a relajarse, la clave para superar el estrés. Conecta siempre que puedas con ella (aunque sea en tu imaginación) pues te ayudará a renovar tu energía.

Se enseña a los niños todo lo que en teoría debe servirles para la vida adulta, pero nadie les inicia en la relajación, algo tan vital como comer o respirar.

La relajación no solo ayuda a afrontar los problemas, sino que sin ella no se puede apreciar un paisaje hermoso, una buena comida, la profundidad de una mirada o el valor del silencio.

Vivir bajo presión.

Despertarse por la mañana con la molesta sensación de no haber descansado, desanimarse por cualquier cosa, tratar de hacer varias cosas a la vez o ir siempre con prisa… Estos y otros indicios confirman que se sufre una tensión excesiva.

Es importante a aprender a desconectar, olvidarse al menos durante un rato de las responsabilidades y de los problemas. La clave está en encontrar el equilibrio entre tener demasiada tensión y carecer de estímulos y alicientes.

No se puede eliminar el estrés pero sí se puede moderarlo.

Para deshacerse del estrés antes de que se convierta en un problema no se necesitan técnicas complicadas. Se trata más bien de no hacer nada pero siendo en todo momento consciente de lo que se pretende: liberar la mente y los músculos de tensiones y estímulos externos. Entonces podemos experimentar el bienestar.

Dedicar unos minutos al día.

Sólo hay que fijarse en cómo se estiran los gatos o en cómo un bebé duerme plácidamente para darse cuenta de que la relajación es un estado natural en cualquier ser vivo.

Se puede acudir durante un fin de semana a un balneario para recuperarse de unos días de tensión, pero el verdadero balneario está dentro de uno mismo y a él se puede recurrir en cualquier momento y lugar. Solo es necesario dedicarse unos minutos al día.

Las sesiones de relajación deben convertirse en un hábito y es preciso cierta constancia para establecer cualquier nueva costumbre. Poco a poco se irán notando los beneficios y cada día costará menos hacer un alto.

Respirar bien.

En un solo día se hacen entre 16000 y 23000 respiraciones. Aunque es una actividad natural e inconsciente, la respiración puede controlarse. Precisamente, el control de la respiración es uno de los aspectos principales de cualquier técnica de relajación.

Laura Manzanera para Cuerpo y Mente

Para acabar te dejo con un vídeo que te relajará:


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