Podemos ser muy fuertes ante la vida cuando las cosas van bien. Sin embargo, la verdadera fortaleza se demuestra ante la enfermedad.
No me refiero a una gripe o una gastroenteritis. Me refiero a problemas crónicos que nos hacen la vida más complicada.
Nuestra actitud ante la enfermedad puede ser clave para mejorar su pronóstico y llevarla de una manera más positiva. Cómo deberíamos afrontar la enfermedad:
1) Hábitos saludables de vida.
Esto es uno de los aspectos más importantes en la vida pero cobra más importancia cuando nos enfrentamos a una enfermedad. Quizá dicha enfermedad ha sido consecuencia de un mal hábito perjudicial para nuestra salud física o mental.
El estrés es extremadamente perjudicial para nuestra salud metal y física.
Dejar de fumar, comer más fruta, beber más agua, hacer ejercicio y llevar una vida activa nos ayudarán a fortalecer nuestro cuerpo y hacer frente en mejores condiciones a la enfermedad.
2) La actitud mental.
Esta es casi tan importante como la primera.
Los psicólogos dicen que tú no estás triste o deprimido por ese acontecimiento negativo que te ha pasado o estás padeciendo, sino por cómo lo interpretas.
La enfermedad hay que entenderla como un estado más del cuerpo y la mente. Casi siempre tiene un origen (casi siempre suele ser consecuencia de un mal hábito). Encontrar ese origen y solucionarlo es una actitud luchadora con la que te tienes que levantar cada día.
Creo que es la mejor manera de interpretar la enfermedad: como un reto al que hay que vencer y, si no se puede, aprender a ser felices a pesar de ello.