7 mecanismos de defensa inconscientes

Este concepto fue inicialmente acuñado por Sigmund Freud, aunque fue su hija, Anna Freud, quien desarrolló y definió los diferentes tipos de mecanismos.

Los mecanismos de defensa son formas inconscientes de actuar o de pensar para protegernos o defendernos de pensamientos, deseos, emociones o comportamientos demasiado amenazantes para la conservación de nuestra integridad. Es decir, los mecanismos de defensa se encargan de disfrazar aquello que es demasiado difícil de aceptar para convertirlo en algo más tolerable para nuestra mente. Todos lo hacemos pero la pregunta es: «¿Eres consciente o sabrías detectar qué tipos de mecanismos de defensa utilizas?» Estas estrategias inconscientes pueden ser adaptativas, especialmente a corto plazo, para manejar situaciones demasiado traumáticas, dolorosas o estresantes. Sin embargo, cuando se vuelven un hábito prolongado en el tiempo y un adulto no es capaz de afrontar la realidad sino que recurre sistemáticamente a estos mecanismos para distorsionarla, nos puede terminar jugando malas pasadas. Aquí os propongo 7 de algunos de los mecanismos de defensa más comunes.

  1. Represión:

Hace referencia a la acción de rechazar recuerdos, pensamientos, ideas, deseos, etc. de nuestra consciencia. Como consecuencia, estos elementos terminan almacenados en nuestro inconsciente. Es decir, no desaparecen del todo, van a la papelera pero siguen en el ordenador. Este mecanismo de defensa crea en nosotros la ilusión de que nos hemos olvidado del contenido molesto. Esto se da especialmente después de una experiencia traumática. Sin embargo, al igual que la consciencia, el inconsciente también tiene sus propias formas de expresión, aunque éstas sean más sutiles o simbólicas (menos visibles). Los contenidos reprimidos se manifiestan en el lenguaje no verbal o cuerpo (movimientos, posturas, reacciones fisiológicas, mirada, etc.), a nivel emocional, y en los sueños. No es tan fácil deshacernos de ellos, son como fantasmas que nos persiguen, y pueden entorpecer muchas áreas de nuestra vida sin que nos demos cuenta a veces. Por eso es tan importante realizar una psicoterapia cuando sentimos que algunos patrones disfuncionales se repiten en nuestra vida.

  1. Negación:

Es el acto de negarse a aceptar la realidad o algún suceso. La persona actúa como si no tuviera un problema o como si una vivencia dolorosa no hubiera ocurrido nunca. Se considera como uno de los mecanismos de defensa más primitivos porque es característico de la etapa de desarrollo de la niñez temprana. Algunas personas utilizan esta estrategia en su vida cotidiana, cada vez que no quieren hacer frente a un sentimiento que les provoque demasiado dolor. Las personas con problemas de adicción también suelen recurrir a este tipo de mecanismo.

  1. Disociación:

Existen diferentes grados de disociación. En los casos más benignos, uno se disocia cuando está aburrido por ejemplo. Está ahí físicamente pero sus pensamientos están en otro lugar. Otras veces, la persona tiene la sensación de no ser ella misma, de haber desarrollado dos o varias identidades que no son congruentes entre sí. En situaciones más graves, la disociación es una manera de desconectarse de una experiencia actual que se vive como intolerable, como puede ocurrir durante una violación por ejemplo Se produce un bloqueo del afecto (emociones) y la persona tiene la impresión de estar separada de su cuerpo o de que la realidad está alterada. Cuando se utiliza este mecanismo con frecuencia, la persona desarrolla una visión discontinua de si misma o del tiempo.

  1. Racionalización:

Este mecanismo es muy común entre la gente. Hace referencia al uso de explicaciones racionales para tapar inseguridades o comportamientos de los que uno no se siente orgulloso. A menudo se atribuye la culpa a otra persona o a las circunstancias para no tener que desvelar partes de si mismo que supondrían un auto-cuestionamiento. Imaginemos que por ejemplo copias en un examen y para relativizar y diluir tu responsabilidad dices algo así como “De todas formas, todo el mundo estaba copiando”. O Llegas tarde a una cita y en vez de reconocer que saliste demasiado tarde de casa, decides echarle la culpa al metro: “Es que hoy iba muy lento”. A veces también utilizamos este mecanismo para auto-convencernos de que en realidad no deseabamos aquello que no hemos conseguido. Son excusas falsas pero plausibles y que encajan con la situación.

  1. Proyección:

Tiene que ver con proyectar o colocar en otra persona lo que somos incapaces de asumir como propio porque entra en conflicto con la idea que tenemos de nosotros mismos. Este tipo de mecanismo de defensa se caracteriza por una reacción emocional de rechazo hacia otra persona que es injustificada y/o desproporcionada y suele manifestarse en forma de crítica. Lo que ocurre es que: 1. Esa persona se permite actuar o ser de una manera que nosotros no nos permitiríamos, 2. Nos recuerda a una persona con la que existe un conflicto no resuelto, o 3. En realidad envidiamos alguna característica o aspecto de la vida de esa persona pero preferimos buscarle un defecto que reconocer esa emoción en nosotros. Para más información acerca de este tema, podéis consultar el artículo siguiente: ¿Por qué juzgamos a los demás?

  1. Desplazamiento:

 Con este mecanismo, descargamos nuestro enfado, impulsos o frustraciones experimentados internamente con un individuo en otra persona u objeto que en principio no tiene nada que ver con ello. Generalmente sentimos la necesidad de desviar nuestros impulsos cuando la persona que ha originado esos sentimientos es una figura de autoridad o alguien con la que no nos sentimos en confianza para expresar libremente nuestro descontento. Dar un portazo en vez de agredir físicamente a alguien o enfadarte con tu marido después de un intercambio desagradable con tu jefe son ejemplos.

  1. Formación reactiva:

Este mecanismo convierte pensamientos, emociones o impulsos indeseables en su opuesto para aliviar la ansiedad que provocan. Imagina que sientes una fuerte (y secreta) atracción hacia alguien pero sabes que esa persona no te conviene. Como no quieres admitir esos sentimientos, decides expresar lo contrario de lo que sientes, de forma que tu deseo termina por transformarse en un aparente odio. Otro ejemplo es decir que no estás enfadada cuando en realidad lo estás. O tratar de esconder ciertos prejuicios hacia una determinada raza, etnia o cultura mostrándote exageradamente en favor de esa raza, etnia o cultura, hasta tal punto que termina sonando un poco falso…

Existen más mecanismos de defensa como la sublimación, la intelectualización, el humor o hasta algunas formas de altruismo pero me he enfocado en aquellos que tienen un mayor impacto en la formación de nuestra identidad y relaciones. Espero que os sea de ayuda. ¡No dudéis en preguntar, comentar o compartir experiencias vuestras!

por Jasmine Murga


Deja tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*