Valorar la vida es el primer paso para alcanzar un estado subjetivo de felicidad.
En primer lugar, una persona que experimenta felicidad suele tener un sentido de su propia valía y una autoestima en buen estado. Es así de sencillo: si valoramos y respetamos algo, no queremos destruirlo. Tomemos como ejemplo una fotografía de un ser querido. Mientras la relación es buena y positiva cuidas y valoras esa fotografía en concreto. Si la relación se rompe o empiezas una relación con otra persona, es muy posible que retires la fotografía del lugar privilegiado que ocupaba en tu casa o incluso que la rompas o te deshagas de ella.
Valoramos lo que nos gusta y nos deshacemos de las cosas por las que no sentimos aprecio. Si no tenemos un sentido sano o positivo de nuestra propia valía, es muy probable que no nos preocupemos por valorarnos a nosotros mismos y a nuestra vida. Del mismo modo que la depresión es la principal causa del suicidio e intento de suicidio, la felicidad previene los pensamientos y las acciones suicidas. Y por varias razones.
Cómo valorar la vida
Saber qué cosas se te dan bien, valorar tus propios recursos y capacidades, aceptarte como eres o simplemente ser consciente de la alegría que tu mente, tu cuerpo y tu vida son capaces de crear son elementos suficientes para ayudarte a conservar la propia vida.
Os dejo con un emotivo vídeo que nos enseña a cómo valorar la vida: