La protagonista de esta historia se llama Valorie Broderick y tiene un blog cuyo enlace aparece al final de este artículo.
Valorie tuvo una idea para romper esa barrera que impide interactuar a las personas con ansiedad social. Pensó en comprar un enorme y bonito globo rojo y dárselo al hijo/a de una persona extraña que encontrara en un centro comercial. Aquí la representación gráfica de su idea:
Valorie sabía que se iba a sentir un poco ridícula en el centro comercial con ese enorme globo rojo antes de dárselo a algún niño/a pero era la prueba definitiva para romper sus miedos.
Sin embargo, las cosas no salieron como planeó.
Primero fue a comprar el globo. Eligió un globo rojo enorme que ató a su muñeca y se dirigió a un gran centro comercial. Se sentía un poco perdida mientras busca alguien a quien dar el globo.
Sentía que la gente la miraba por el hecho de llevar ese globo enorme… y, efectivamente, la gente la miraba. Ella buscaba a la persona indicada para entregarle el globo, sabía que tenía que mirarla a los ojos y sonreír. Sin embargo, empezó a sentirse cohibida. ¿Dónde estaba esa fortaleza interior que le hizo plantearse esta idea? «Levanta la cabeza, mantén la postura erguida y no mires al suelo», se dijo… y justo en ese momento vio a una madre con su niño.
Se acercó a su «presa» y preguntó a la madre si quería el globo. La mujer la miró extrañada… parecía incómoda. Valorie se asustó. «Oh, no. Oh, no. ¿Por qué me mira así? Oh, no. Oh, mierda». La incertidumbre se infiltró a través de su columna vertebral como si fuera una densa niebla negra. Esto hizo que se sintiera aún menos segura. Cuando le tendió el globo hacia ella, la madre se tensó aún más. «Bueno, esto ha sido una estupidez. Es probablemente demasiado joven», dijo a la madre.
«Sí, demasiado joven…», respondió la madre. Valorie se alejó. ¡AGH! ¿Por qué habría decidido caminar por ese enorme centro comercial con ese gran globo rojo? No encontraba las razones. ¿De dónde había surgido esta idea tan estúpida? Se sintió como una payasa estúpida. Era como si el globo le gritara «¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota!» .
Se escondió en una tienda de juguetes y fingió mirar algunas figuras de acción de Batman. Sentía un ardor en la parte de atrás de sus ojos. ¿Iba a llorar? «Querido Padre Celestial», rezó, «por favor, no me dejes llorar en este centro comercial mientras sostengo este enorme globo.»
Salió de nuevo y vio algunas personas que miraban el globo y luego le miraban a ella. Se sintió avergonzada. Tenía que deshacerse de ese horrible globo rojo. Vio a una niña de unos tres o cuatro años con su madre que estaban mirando un escaparate. Estaban de espaldas a ella. Genial, ahora tenía que llamar su atención.
«Um,» tartamudeó, «perdón». Se dieron la vuelta. «Um, yo iba a comprar globos para un amigo» (una mentira parcial, sólo una mentira parcial) «y me sobra este globo extra». La madre parecía un poco confundida. «Así que, um, ¿lo quieres?»
«Claro» dijo educadamente. Mirando a su hija dijo: «Es tu cumpleaños la próxima semana de todos modos, ¿verdad?»
La niña pasó a ser la dueña de ese enorme globo rojo. «Compagina con tu sombrero», le dijo. Ella sonrió mientras se libraba de esa pesada carga. Se sintió como Frodo cuando finalmente dejar caer el anillo al volcán. «¡Gracias!» le dijo la mama.
Cuando llegó a su coche, se sintió como la perdedora más gigante del planeta. ¿En qué había estado pensando? «Estúpida, estúpida, ¡estúpida!» se dijo. Sin embargo pensó que no había hecho nada malo. En cierto sentido, había sucedido un poco como ella había imaginado, pero con contratiempos menores.
Las personas con ansiedad social, no es que no les guste la gente o no quieran tener interacciones positivas con ellas. No es que no quieran hacer amigos. Es que es difícil para ellos. Puede que se sientan tontos, como si estuvieran llevando un enorme globo rojo que va a provocar el rechazo de la gente.