Síndrome de Ménèire — Definición, causas, síntomas y tratamiento

En los tiempos modernos, se maneja la información de que algunas personas que sufren de vértigo y mareos, padecen problemas en los oídos. Pero en la antigüedad no se tuvo la más remota idea de esto, hasta mediados del siglo XIX, y se atribuyó al que posteriormente se denominó síndrome de Ménière. En el siguiente artículo explicamos qué es, presentamos sus síntomas más representativos, las causas por las que se origina y los tratamientos existentes hasta el momento para aliviar esta afección.

Qué es el Síndrome de Ménèire

El síndrome de Ménière, también conocido como hidropesía endolinfática o simplemente como la enfermedad de Ménière, es una afección del oído interno humano. Se trata de una condición en la se producen desagradables episodios de vértigo repentino en la persona que la padece, y que puede desencadenar la progresiva pérdida del sentido del audio.

En la antigüedad se pensaba que las personas que presentaban vértigos, sufrían de trastornos mentales. De hecho, estos se describían con frecuencia como una forma de epilepsia. Esta teoría fue totalmente descartada, sin embargo, en el año 1861, cuando el médico de nacionalidad francesa, Prosper Ménière, describió por primera vez los síntomas de esta enfermedad, a la cual se le dio su nombre. Indicó en sus estudios que los síntomas de este padecimiento tenían su origen en lesiones en el oído interno.

En lo que respecta a los estudios epidemiológicos asociados, se tiene que esta enfermedad afecta alrededor de 190 de cada 100.000 personas. Se manifiesta mayoritariamente en la etapa adulta, en especial entre los 20 y 50 años de edad, y los casos en niños son muy poco frecuentes. Además, se observa una mayor incidencia en la población masculina que en la femenina.

Síntomas del síndrome de Ménière

Los síntomas del síndrome de Ménière son principalmente tres: vértigo, tinnitus e hipoacusia.

  • Vértigo: Consiste en una sensación de mareo intensa, acompañada de vómitos y dificultad para mantener el equilibrio, bien estando de pie o sentado. Las crisis vertiginosas pueden tener una duración desde 30 minutos y 5 horas, por lo general, pero las más graves pueden durar hasta 24 horas. Aunque su recurrencia puede ser diaria, los episodios de vértigo pueden presentarse entre meses, e incluso años.
  • Tinnitus: También denominados acúfenos, se refieren a la sensación de escuchar ruidos como zumbidos, siseos o chorros de vapor, que no proceden de ninguna fuente externa al oído, y por lo tanto solo son percibidos por la persona afectada. Aparece como una consecuencia del vértigo, por tanto, aunque su recurrencia también es variable, con seguridad se presentará luego de una crisis vertiginosa.
  • Hipoacusia: consiste en la pérdida de la audición en el oído afectado. Puede aparecer antes de las primeras crisis vertiginosas, sin embargo, esta se intensifica a medida que estas se suscitan. Se caracteriza por ser fluctuante, lo que significa que en algunas ocasiones, el paciente oirá normalmente, y en otras, oirá muy poco. A medida que se produce la sordera, se desarrolla sensibilidad a los ruidos intensos y constantes, y se producen cambios en la forma de percibir los sonidos.

Causas del síndrome de Ménière

Aún no se conocen a ciencia cierta las causas que dan origen a este síndrome, pero para entender el mecanismo por el que se produce es necesario conocer un poco la estructura interna del oído.

El oído interno es una cavidad ubicada en el hueso temporal del cráneo, y es en ella donde se produce la transducción de los estímulos auditivos percibidos. Está conformado por dos estructuras bien diferenciadas: la cóclea o caracol, y el laberinto.

La cóclea tiene forma de espiral; consiste en un sistema de tres tubos diferentes, enrollados y separados por membranas, y se encarga de la transformación de las señales percibidas por el oído en señales nerviosas, que luego transmite hasta el cerebro. El laberinto, por su parte, está conformado por un conjunto de conductos fluidos, y a él se atribuye el sentido del equilibrio. Dentro de estas dos estructuras circula un líquido denominado como endolinfa.

Si ocurre un bloqueo en el acueducto del caracol, entonces el líquido endolinfático no se drenará correctamente, y no circulará a través de la estructura interna del oído, lo cual ocasionará la acumulación del mismo. Esta acumulación conllevará a la dilatación del canal endolinfático, y por ende, al aumento de la presión y la dificultad para mantener el equilibrio. Es por ello que esta afección se asocia con la hidropesía endolinfática, que implica un exceso de líquido dentro del oído.

Las condiciones bajo las cuales se puede originar la mala reabsorción del líquido endolinfática pueden haberse creado a raíz de lesiones cerebrales, una infección a nivel del oído, o infecciones en el tracto respiratorio. De igual forma, también están propensas aquellas personas con alergias, personas constantemente sometidas a situaciones de estrés, personas que consuman mucha sal, que consuman con regularidad aspirina, que practiquen el tabaquismo y/o consumo de alcohol.

Diagnóstico del síndrome de Ménière

Esta enfermedad posee una sintomatología muy específica, pero la aparición de la misma puede ocurrir de manera muy lenta, desde meses hasta años. Además, esta puede presentarse a raíz de causas muy diversas, y en este punto el especialista deberá embarcarse en un proceso arduo de descarte.

El diagnóstico del síndrome de Ménière es bastante complejo, puesto que requiere diferentes pruebas que permitan descartar otras enfermedades, entre cuyos síntomas también figure el vértigo. Es aquí donde se presentan los tres criterios básicos para confirmar las hipótesis que son la presencia de los síntomas principales ya descritos.

Entre las pruebas requeridas para el diagnóstico, se encuentran: tomografía axial computarizada, la audiometría, nistagmografía, estimulación calórica, valoraciones neurológicas y pruebas de equilibrio bajo diferentes condiciones.

  • La tomografía axial computarizada, conocida por sus siglas TAC, es una de las principales, puesto que se realiza para descartar otras enfermedades que manifiesten estos tres síntomas.
  • La audiometría consiste en la medición de la cantidad de sonidos percibidos por el oído a través del aire y del hueso. El individuo se ubica dentro de una cabina aislada, con un casco, y se le envían ondas sonoras de diferentes intensidad y frecuencia.
  • La nistagmografía es un examen que permite evaluar los movimientos oculares, guiados por los nervios principales del cerebro: el nervio motor y el nervio auditivo, que va del cerebro a los oídos.
  • Se realizan diferentes pruebas en las que se evalúa la capacidad para mantener el equilibrio por parte del paciente, bajo condiciones variadas.
  • Las pruebas de estimulación calórica consisten en introducir al oído aire o agua a diferentes temperaturas, frías o calientes. Esto provocará los mismos síntomas de la enfermedad de Ménière pero en menor intensidad, y permitirá determinar el tipo de sensación y la duración de la misma, así como también verificar el movimiento de los ojos.

Tratamiento del síndrome de Ménière

Tratamiento farmacológico y cuidados generales

El tratamiento del síndrome de Ménière está guiado a atacar el origen del problema, que es la dilatación de los conductos endolinfáticos. Para ello, comúnmente se recetan medicamentos que reduzcan la presión endolinfática, como diuréticos, en conjunto con cambios en la dieta, reduciendo considerablemente el consumo de sal y de cafeína.

Sin embargo, el uso de fármacos podría variar también dependiendo de la causa que da origen a la enfermedad. Si se trata de infecciones, es probable que se receten también antibióticos, como la estreptomicina, la neomicina y la gentamicina.

Para el alivio de los síntomas del vértigo, se recetarán medicamentos antivertiginosos. Además, se debe informar al paciente sobre el escaso riesgo de muerte que conlleva este síntoma, de tal forma que se reduzca la angustia. De esta forma, se estimulará además el descanso, que debe realizarse a oscuras y sobre una cama, manteniendo los ojos cerrados.

Es importante resaltar la necesidad del reposo estricto, de evitar la automedicación y del seguimiento de los fármacos y dosis recetadas. Además, de llevar un estilo de vida más calmado que favorezca la recuperación.

Cirugía

La cirugía es la última opción como tratamiento del síndrome de Ménière. Se emplea únicamente cuando la enfermedad se ha desarrollado demasiado, de modo que los síntomas se han intensificado y perpetuado, como es el caso de la escasa capacidad auditiva. Representa una alternativa segura para dar fin a la enfermedad, pero la decisión de llevar a cabo la operación debe ser tomada por el paciente.

El procedimiento se puede realizar de dos formas: la laberintectomía o la neurectomía vestibular.

  • La laberintectomía consiste en la destrucción de la estructura del laberinto, e inevitablemente, de la cóclea también. Como ya se dijo, estos son los órganos que permiten oír, por tanto, su destrucción implicaría la pérdida del sentido auditivo en el oído afectado.
  • La neurectomía vestibular, consiste en cortar el nervio del equilibrio que conecta al oído con el cerebro, el octavo nervio craneal. Esta opción, a diferencia de la laberintectomía, permite conservar el sentido del audio, y además asegura en un 95% la desaparición del vértigo. Sin embargo, su procedimiento implica abrir el cráneo (craneotomía).

El síndrome de Ménière es una enfermedad bastante molesta, pero su diagnóstico a tiempo y posterior tratamiento podría a ayudar a mejorar la calidad de vida de quien la padezca. Por lo tanto, si se presentan síntomas como los mencionados, es necesario indagar un poco sobre el posible significado de los mismos, y he aquí la utilidad de este artículo. Si te ha gustado, y te interesa conocer detalles sobre otras enfermedades, te invitamos a que consultes otras entradas de esta página.


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