La ciencia encuentra una interesante relación entre la ansiedad y la inteligencia

Estudios recientes han conseguido demostrar que existe una relación entre la inteligencia y la ansiedad.

Expertos han realizado diferentes estudios y han concluido que aquellas personas que se preocupan mucho, lo hacen porque, en sus cerebros, se registran «altos niveles de actividad espontánea», justamente en la zona en la que se registra la percepción de una amenaza.

El miedo nos permite reaccionar ante una amenaza en un momento determinado. Una persona que es demasiado feliz, implica que no piensa demasiado en los problemas que podrían llegar a producirse. Es difícil anticipar algo en lo que pensamos.

Por esta razón, las personas muy alegres están en desventaja a la hora de enfrentarse a alguna adversidad.

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Las personas que tienen ansiedad, normalmente su cerebro está respondiendo a una amenaza que no existe. Sin embargo, la verdadera respuesta es que su imaginación es muy activa. Una imaginación activa es capaz de poder mantenerlas a salvo, ya que es una habilidad que no todo el mundo posee.

El estudio fue publicado en “Trends in Cognitive Sciencies” en 2015, siendo uno de los muchos que han encontrado relación entre la ansiedad y la inteligencia.

Una mente ansiosa es una mente preparada

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Solemos pensar que la ansiedad es algo negativo. La razón de ello es que es una sensación que no es nada agradable; la mayoría de las personas que la tienen desean combatirla cuanto antes.

Ahora bien, la ciencia ha demostrado que un poco de ansiedad, sin que sea exagerada, no tiene por qué ser mala ni mucho menos.

Según un estudio realizado en el año 2012 en Israel, los psicólogos del Centro Interdisciplinario de Herzliya escogieron a 80 estudiantes voluntarios y fueron “engañados” para hacerles pensar que habían ido al centro a evaluar obras de arte en un nuevo tipo de software.

Pero en lugar de ello, de forma inconsciente, los estudiantes provocaron un virus informático que aparentemente detuvo el experimento (todo ello estaba preparado, lógicamente). Entonces tenían que ir a un lugar determinado para poder arreglar el problema. Mientras iban saliendo de la habitación, se tuvieron que enfrentar a ciertos obstáculos: por ejemplo, algunos fueron detenidos para que tuvieran que completar una encuesta.

Los resultados concluyeron que los estudiantes con menos ansiedad, se detenían a completar la encuesta.

Sin embargo, los estudiantes ansiosos fueron mucho más rápidos porque sabían lo que estaba en juego; ellos solo querían llegar a su destino para corregir el error.

De esta manera, un poco de ansiedad, siempre en su justa medida, puede incrementar nuestras posibilidades de tener éxito. Fuente


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