Otra forma de ver la depresión

La mayoría de las personas sufren depresión en algún momento en su vida. La depresión es una condición frecuente que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo según la Organización Mundial de la Salud.

Además, es la principal causa mundial de discapacidad. Sin embargo, estudios muy recientes llevados a cabo por la Universidad de McMaster (Ontario, Canadá) y el Centro para Adicción y Salud Mental (Toronto, Canadá) sugieren que la depresión, más que un trastorno o un mal funcionamiento, podría ser una forma de adaptación natural que el cerebro pone en marcha para lidiar con problemas complejos.

Según este estudio, la depresión sería una respuesta necesaria y beneficiosa frente a problemas que desafían nuestro entendimiento. Probablemente Darwin tenía razón: Sufrimos –sufrimos terriblemente- pero no sufrimos en vano.

Con esto no quiero decir que la depresión no sea un problema. Las personas con depresión a menudo tienen dificultades en desempeñar actividades cotidianas, no pueden concentrarse en su trabajo, tienden a aislarse socialmente y a mostrarse letárgicos, presentan problemas para dormir, y pierden el interés y la capacidad para disfrutar actividades que antes eran placenteras. Existen grados diferentes de depresión, desde niveles leves a niveles más severos, llegando hasta el suicidio.

Seguramente os estéis preguntando, y entonces, ¿qué utilidad hay en una depresión?

Las personas con depresión generalmente piensan intensamente sobre sus problemas. A estos pensamientos se les llama rumiaciones y tienen un carácter persistente. Sin embargo, numerosos estudios han mostrado que esta forma de pensamiento es a menudo altamente analítico. Las personas con depresión centran su atención en un problema complejo, descomponiéndolo en componentes más pequeños que son considerados uno por uno. Según Andrews, Paul W., Thomson Jr. y J. Anderson, esta forma de pensamiento analítico puede ser muy productiva ya que al aislar cada elemento, el problema se vuelve más fácil de manejar. El problema es cuando las rumiaciones se vuelven circulares y nos inmovilizan. En estos casos, es importante buscar ayuda profesional.

Por otra parte, la depresión también nos obliga a adoptar una mirada introspectiva, a mirar hacia dentro. Nos dice de alguna forma “stop” y nos advierte de que es hora de replantearnos ciertos aspectos de nuestra vida. Es una oportunidad para pedir ayuda, una oportunidad para reinventarse. Una invitación a reconectar con una parte olvidada de uno mismo.

Los síntomas de la depresión pueden encontrar su explicación en factores conocidos (desempleo, divorcio, problemas económicos, duelo, problemas de salud, etc.) pero a veces la causa es más difícil de identificar porque remonta a años atrás. Pueden ser el resultado de experiencias infantiles traumáticas por ejemplo, o debido a problemas de apego con los padres (cuando las necesidades emocionales del niño no fueron atendidas). Según la perspectiva sistémica, la depresión es una señal de que existe una disfunción en la familia. Y esa disfunción está de alguna forma personificada en el miembro «problemático».

Independientemente del motivo que haya desencadenado la depresión, los síntomas son una respuesta adaptativa a un contexto que es anormal o que fue anormal en algún momento de la vida. Y además, tienen un significado, no son aleatorios. Cada síntoma esconde una metáfora. Es un grito de ayuda. Por eso es importante hacerles caso y preguntarse: ¿Qué es lo que mi depresión me está diciendo?

por Jasmine Murga

Fuentes:

http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs369/en/

http://psycnet.apa.org/index.cfm?fa=search.displayRecord&uid=2009-10379-009

http://www.sciencedaily.com/releases/2014/11/141119125105.htm

http://www.scientificamerican.com/article/depressions-evolutionary/


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