Navegando por la red me he encontrado un anuncio publicitario que invita a reflexionar sobre el estilo de vida cada vez más tecnológica que estamos llevando. Hoy en día todo funciona a base de aplicaciones para nuestros móviles, ordenadores, cámaras…
El anuncio se titula: «No hay aplicación para esto»
Es una sucesión de paisajes y momentos preciosos: playas paradisíacas, paseos en canoa y deportes acuáticos. Para cada escena, el comercial repite el mismo eslogan «no hay aplicación para esto». Al final sugiere ir a por las experiencias REALES que de verdad merecen la pena.
Mira el vídeo:
No hay ninguna aplicación para esto.
Intuyo que se trata de alguna publicidad que pretende vender las excelencias de Florida. Es cierto que se necesita dinero para hacer submarinismo por los cayos de Florida pero podemos encontrar momentos similares o mejores al alcance de nuestra mano. Sólo se trata de la disposición mental que tengamos para saber valorar y apreciar esos momentos.
Tenemos la cara pegada a algún tipo de pantalla en lugar de realmente participar en las actividades compartidas con otras personas que proporcionan alegría. Hace poco alguien escribía en Twitter: «Oye, ¿por qué los niños ya no guardan gusanos de seda en cajas de zapatos? ¿Qué clase de monstruos estamos creando?».
En la última década el consumo diario de televisión ha aumentado un 15%. En esa misma década, la cantidad de tiempo mirando a otro tipo de pantallas, se ha disparado. Ese tiempo viene de alguna parte y no viene de la escuela o el trabajo. Se utiliza el tiempo que se podría utilizar para participar realmente en algo que incluyese estar comprometido con otras personas: jugar con tus hijos a la pelota o, por ejemplo, hacer el amor (es mejor hacer el amor con la persona que quieres que estar pegado a una pantalla). Luego dicen que no hay tiempo o ganas para hacer el amor. Lo que falta es pasión y sobra tanta tecnología.
A menudo la pasividad que encontramos en la pantalla parece más fácil. Sin embargo, las investigaciones han demostrando que disfrutamos de actividades compartidas mucho más que actividades solitarias. La comodidad de la pantalla es ilusoria.
Os lo dice un adicto a la pantalla de mi portátil pero que trata de reservar tiempo para realizar actividades no tecnológicas como estar con mis hijos o disfrutar de largos paseos para admirar la belleza de mi ciudad: Pamplona.