El sol se asomaba entre las cortinas de mi habitación y me daba en la cara. Me giré y me tapé con la almohada. «Solo 5 minutos más», pensé. Sin embargo, algo se movió junto a mí y comenzó a lamerme la cara.
Era mi perro Milo. Tiene una especie de detector especial que sabe exactamente cuando he despertado. Al principio no reaccioné pero ¡cómo me iba a resistir a esas muestras de cariño!
Empecé a jugar con él y rápidamente la habitación se llenó de una energía positiva que segundos antes ni existía, más bien todo lo contrario, todo pintaba gris y anodino. Sin embargo, Milo vino con su alegría a darme su particular «buenos días».
La energía se contagia. Si interactúas con un ser vivo que está lleno de energía positiva, tu cuerpo absorbe dicha energía… Y Milo era la energía positiva personificada, «animalificada» mejor dicho 🙂
Es increíble cómo los perros detectan cuándo estás triste y cuándo estás alegre. Cuando estás triste se acurrucan junto a ti y se limitan a acompañarte el tiempo que sea necesario.
Milo es mi motivación para salir cada mañana a la calle. Él depende de mí. Sabe que no puede hacer sus necesidades en casa así que espera pacientemente a que te vistas y lo saques. Lo que al principio puede resultar una molesta obligación, acaba convirtiéndose en un hábito que resulta muy beneficioso para mí.
Sales, respiras aire puro, estiras las piernas e interactúas con algún otro dueño de perro.
No hay excusas que valgan. Milo tiene que salir cada mañana sí o sí. Aunque no te apetezca, aunque estés deprimida, aunque tengas resaca,…
Recuerdo que cuando no tenía a Milo podía llegar a pasar todo el fin de semana sin salir a la calle. Era deprimente.
Ahora todo es diferente. Milo me «obliga» a dar grandes paseos y a relacionarme con otras personas. Es el mejor terapeuta que he tenido.
Nos ayudamos mutuamente. Adopté a Milo en una protectora de animales. Su vida hasta entonces no había sido fácil… como la mía.
Desde el primer día que lo adopté, nuestra vida cambió por completo. Ambos somos mucho más felices ahora.
Muchas veces Milo ha lamido mis lágrimas. Su alegría innata es contagiosa y me hace ver la vida de otra manera. Cuando me siento triste recurro a él y a los pocos minutos me empiezo a sentir mejor.
Milo ha sido mi mejor tratamiento para la depresión y ansiedad que tenía. Con él he conocido nuevos lugares de mi misma ciudad que hasta ahora desconocía e incluso tengo amistades que he logrado forjar gracias a él. Amistades con las que quedo muchos días para pasear junto a nuestros perros.
Los perros no te juzgan. Te aceptan tal y como eres, te hacen sentir valiosa y querida,… Solo tengo palabras de agradecimiento para mi fiel perrito.
No sé qué hubiera sido de mi vida si Milo no hubiese aparecido en ella. Milo puso orden en mi vida y estableció unas rutinas saludables en ella.
Él me hace feliz a mí y yo le hago feliz a él dando largos paseos y jugando con él.
Aprendo de su alegría, de su tranquilidad cuando está en casa, de su fidelidad, de su amor incondicional,… Son tantas cosas las que me aporta.
No hay mejor sensación que llegar a casa después del trabajo y tener a alguien que te recibe con tanto amor.
Yo te pido que reflexiones sobre lo que has leído y que valores seriamente el adoptar un perro que ponga un poco de armonía, paz y felicidad en tu vida.
Nunca sabrás quién le hace el favor a quién, si tú al perro que rescatas de la protectora o él a ti que te rescata de tu anodina vida.
Si quieres conocer lo que significa el «amor incondicional», pon un perro en tu vida. Tu vida mejorará notablemente. Más información
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