Los perros ayudan a mejorar estados de ánimo entre los adolescentes en tratamiento

Lindsay Ellsworth, de la Washington State University, está probando un nuevo método para elevar el estado de ánimo de los adolescentes que están en tratamiento de desintoxicación de drogas. Se trata de utilizar perros de una protectora que recoge perros abandonados y llevarlos a un centro de desintoxicación de drogas para adolescentes.

El viernes por la tarde, alrededor de cuatro perros de la Humane Society Spokane son llevados a la Excelsior Youth Center. Un grupo de adolescentes esperan con impaciencia su llegada.

«Encontramos que uno de los efectos más notables de la interacción con los perros era que se incrementó la alegría de estos jóvenes», dijo. «Algunas de las palabras que los chicos utilizan para describir su estado de ánimo después de estar con los perros son: emocionado, enérgica y feliz.»

La relación entre perros y humanos es prehistórica, pero el estudio de Ellsworth es el primero en demostrar cómo las actividades de interacción con el perro mejoran el estado de ánimo entre los adolescentes que viven en centros residenciales de tratamiento.

perro y adolescente

Un método para la alegría.

Una vez por semana, durante el tiempo de recreo diario en Excelsior, Ellsworth divide a ocho participantes en dos grupos. Un grupo juega billar o a los videojuegos y el otro grupo interactúa con los perros durante una hora.

Antes de la actividad, los participantes valoran 60 descriptores del estado de ánimo en una escala del uno al cinco. Después de la actividad, los participantes completan el mismo informe.

Aquellos que pasaron un tiempo con los perros no solo mostraron un aumento de la jovialidad sino también emociones más positivas. La tristeza general disminuyó, dijo Ellsworth. Muchos participantes también reciben tratamiento para el TDAH, la depresión o el trastorno de estrés post-traumático.

«Me sorprendió, durante el período de prueba, lo tranquilos que los chicos estaban alrededor de los perros. Sus arrebatos e hiperactividad disminuía», dijo. «Fue algo que se podía observar fácilmente, como la noche y el día.»

Cuando Ellsworth pidió a los adolescente que escribieran qué es lo que más le gustaba de trabajar con los perros, algunas de sus respuestas fueron: «darles golosinas y demostrarles mucho amor», «me gustaría tener más tiempo con los perros porque me permiten dejar de pensar en cosas», «me encantaba jugar con Junior»

Robert Faltermeyer, director ejecutivo del centro, tienen la esperanza de que este tipo de programa se establezca como parte de las actividades estructuradas del centro de tratamiento.

«Es una oportunidad para estos chicos que tienen una vida tan caótica», dijo. «Se les da poder para hacer cambios positivos.»

Una respuesta química a la compañía.

«El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los EEUU está buscando activamente intervenciones conductuales con soporte científico que sean efectivas en el tratamiento de las adicciones» dijo Ellsworth.

Se plantea la hipótesis de que la dopamina, una sustancia química del cerebro humano que hace sentirse bien, se libera en el cerebro de los chicos, ya que anticipan la interacción con el perro. El acompañamiento social con los perros también puede estimular la liberación de opioides.

Utilizando estímulos naturales como los perros, dijo, se podría ayudar a restaurar la función normal de estos mensajeros químicos, los cuales han quedado alterados por el consumo de drogas. El conductista animal Ruth Newberry, asesor doctoral de Ellsworth, está de acuerdo en el potencial del tratamiento.

«Podría ser realmente un novedoso, rentable y beneficioso complemento a los tratamientos tradicionales. Es beneficioso incluso para los propios perros» dijo Newberry.

Ellsworth no ha sido capaz de hacer un seguimiento científico del efecto de esta terapia en los perros, ya que muchos son adoptados en el transcurso de los ensayos. Sin embargo, dijo que la investigación ha demostrado que los perros que viven en un entorno social limitado, como en las protectoras, son más sensibles a los seres humanos.

Según la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales, más de 5 millones de animales entran en las protectoras cada año en los EE.UU. Con más de 5.000 refugios o protectoras independientes repartidas por todo el país, Ellsworth cree que este tipo de programas de terapia de comportamiento podrían ser ampliamente aplicados.

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