Es un hecho que cuando los fumadores dejan el hábito ganan peso. Esta circunstancia es usada por muchos como excusa para no dejar de fumar.
Actualmente, y gracias a diferentes estudios, se cree que se han localizado en el cerebro las zonas relacionadas con la supresión del apetito debido al consumo de nicotina. Estos hallazgos sugieren que se podría influir en esas zonas para que no se produzca un efecto rebote cuando se deja de fumar y al sujeto le dé más hambre.
La nicotina es una sustancia que está relacionada con las regiones de recompensa que contribuyen a la adicción, pero diferentes estudios señalan la relación de esta sustancia con los receptores de las neuronas encargadas de la regulación del apetito (células POMC). Esto ayuda a entender por qué los fumadores no sienten hambre mientras fuman y por qué dicho hábito los ayuda a mantenerse más delgados. En cambio, cuando dejan de fumar el promedio de subida es de unos 5 kilos.
La relación entre la nicotina y la saciedad podría conducir a nuevos fármacos dirigidos a los receptores de nicotina en el control de apetito, ayudando a los fumadores a dejar de fumar sin ese aumento de peso. Gracias a estos fármacos y las orientaciones nutricionales, los fumadores se quedarían sin una de las más socorridas excusas para dejar de fumar.
Si estas ideas se hicieran tangibles se conseguiría un avance muy emocionante para la ciencia y para el desarrollo de medicamentos. Pero no podemos olvidarnos de los efectos secundarios que pueden llegar a ocasionar: los receptores de nicotina están relacionados con la regulación del apetito y con la respuesta de lucha o huida cuando se presenta una amenaza. Por lo tanto, la activación de estos receptores puede llevar al aumento de la presión arterial y el ritmo cardíaco, considerándose un factor de riesgo para la salud más grave que el aumentar 5 kilos.
Poner sobre la mesa los pro y contra de estos medicamentos es cuestión del afectado. Aunque gane algunos kilos y crea que esto incrementa su riesgo cardiovascular, su corazón no se resentirá, es la conclusión a la que han llegado en la revista médica ‘Journal of American Medical Association‘: en comparación con quienes siguen fumando, las probabilidades de sufrir enfermedades coronarias se reducen alrededor de un 50%.