Bueno, esto no suena muy cariñoso. No quiero decir que los hijos deben sufrir. No, por supuesto que no. Sin embargo, un cierto nivel de sufrimiento es completamente inevitable en la existencia humana. No tiene que ver con la sociedad actual en la que vivimos. Se trata de aprender a vivir bien con el sufrimiento inevitable al que todos nos enfrentamos.
Cuando hablo de sufrimiento no me refiero a algo intencionalmente dañino como la intimidación o el abuso infantil. Estoy hablando de las innumerables variantes del sufrimiento que existen en la vida.
Es necesario ayudar a los hijos a aprender a sufrir lo mejor que puedan pues a todos nos va a tocar.
Ellos sufrirán a un profesor frustrado que no sabe hacer las cosas bien, se enfrentarán a momentos emocionales turbulentos en su vida social, se encontrarán con contrastes entre las preferencias de sus amistades y las de ellos, y se enfrentarán cara a cara con cambios en su autoconfianza.
El sufrimiento significa una oportunidad para crecer como personas. Todos nosotros lo debemos intentar así que debemos enseñar a nuestros hijos a intentar crecerse ante las adversidades. Si no lo hacemos nos encontraremos con futuros adultos impacientes y quejándose acerca de cada cambio que no les guste. Mucha de la sabiduría que existe en el mundo proviene de gente que ha sufrido un poco y no de la gente que se sienta y empieza a quejarse.
Enséñales a moverse a través del sufrimiento
La distracción y la concentración emocional son dos grandes maneras de lidiar con el sufrimiento; no cambian los hechos, pero sí hacen que el sufrimiento sea más tolerable. Ayúdales a encontrar un sentido al sufrimiento. En esta vida su sufrimiento será menor con tu ayuda.
Es un paso necesario para alcanzar la felicidad.