Deja de quejarte. La verdad es que a nadie le gusta escucharlo, y es malo para ti. Las quejas son tóxicas y te envenenan por dentro, además de envenenar emocionalmente a las personas que tienes a tu alrededor.
Todos nos quejamos muchas veces al día con nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo e incluso extraños en el ascensor. Pero lo que muchos de nosotros no nos damos cuenta es que la forma en que expresamos nuestras quejas puede tener enormes implicaciones para nuestra salud mental.
Tantas quejas y tan pocos resultados…
Son muchas las personas que se quejan cada día, de hecho, ahora las personas se quejan más que nunca en la historia, aunque las quejas nunca dan el resultado que esperamos. En cambio, generalmente nos encontramos repitiendo la misma historia de aflicción o insatisfacción a una persona tras otra en un esfuerzo por librarnos de nuestra frustración. Por supuesto, incluso si la persona es lo suficientemente compasiva como para validar nuestras emociones, generalmente nos encontramos reviviendo la molestia cada vez que contamos la historia.
El problema es que hoy asociamos el acto de quejarnos con desahogarnos mucho más que con la resolución de problemas. Como resultado, nos quejamos simplemente para quitarnos las cosas de encima, no para resolver problemas o crear cambios, lo que hace que la gran mayoría de nuestras quejas sean completamente ineficaces. Incluso cuando dirigimos nuestras quejas a las personas que pueden hacer algo al respecto, tendemos a fracasar la mayoría de las veces.
Los estudios muestran que cuando no estamos satisfechos con ciertos productos, el 95% de nosotros no nos quejamos a la compañía porque tememos que sea molesto y que nos quiere mucho tiempo, y es poco probable que obtengamos la respuesta que queremos. Igualmente evitamos las quejas a nuestros seres queridos. Tememos que expresarlos solo conduzca a una discusión y no resuelva nada. En cambio, buscamos el teléfono, llamamos a nuestros amigos y nos desahogamos con ellos.
Las quejas perjudican la salud mental
Las quejas diarias perjudican seriamente la salud mental. Tómate un tiempo para considerar de cuántas cosas te quejas en un día, solo en un día. Quizá te des cuenta de que te quejas del clima, del transporte público o del tráfico, de tu pareja, de tus hijos, de tus amigos, de tu jefe, de lo que acabas de ver en la televisión, de la comida que estás tomando, de la dependienta de la tienda, de que las cosas tardan mucho cuando tienes prisa, como un ascensor que estás esperando, etc.
Cuando tenemos tantas insatisfacciones y frustraciones, pero creemos que somos incapaces de hacer mucho al respecto o de obtener los resultados que queremos, nos sentimos indefensos, desesperados, victimizados y mal con nosotros mismos. Obviamente, uno de esos incidentes no dañará nuestra salud mental, pero cuando tenemos tantas quejas, este escenario ocurre muchas veces al día… Esta acumulación de frustración e impotencia puede acumularse con el tiempo e impactar en el estado de ánimo, en la autoestima e incluso la salud mental en general.
Si quieres quejarte, quéjate mejor
Piensa en como cuándo llamaste a atención al cliente de un servicio y te resolvieron las dudas o cuando hablaste quejándote con tu pareja y respondió con una disculpa y una promesa de hacer su mejor esfuerzo en el futuro. ¿Recuerdas lo contento que estabas contigo mismo? ¿Qué tan feliz te hizo en ese momento? ¿Qué tan poderoso te sentiste?
Así como las quejas ineficaces pueden dañar nuestra salud mental, quejarse de manera efectiva y obtener resultados puede ser increíblemente enriquecedor y puede afectar nuestro estado de ánimo y nuestra autoestima para mejor. Además, aprender a quejarse con eficacia ante nuestros seres queridos hará maravillas en nuestras relaciones. Al abordar los problemas en nuestra relación que necesitan atención y resolverlos juntos y cooperativamente, podemos fortalecer nuestras relaciones y acercarnos aún más (especialmente si tu pareja también aprende a quejarse correctamente).
Todo lo que se necesitas para convertir quejas sin sentido en quejas que resuelven problemas y crean cambios es aprender las herramientas y técnicas para quejarse de manera efectiva.
Por ejemplo, la próxima vez que llames a un amigo para desahogarte por algo que te frustra, pregúntate si es algo que te gustaría cambiar. Si es así, considera omitir las quejas y tomar medidas positivas para quejarte de manera efectiva y obtener un resultado. También harás algo positivo para tu salud mental y te sentirás mejor tanto por dentro como por fuera.
Así es cómo te puedes quejar bien
Si te quejas de la manera correcta podrás encontrar la solución, frenar la ansiedad y mejorar las relaciones tanto contigo mismo como con los demás. ¿Cómo conseguirlo? A continuación te lo contamos:
Las quejas deben tener un propósito. Antes de compartir tus problemas ten un objetivo en mente. Esto ayudará a calmar tus emociones y podrás encontrar antes las soluciones. No expreses insatisfacción hasta que tengas claro por qué estás molesto y lo que quieres.
Comienza con una declaración positiva. Antes de pensar en el problema piensa en un escenario positivo. Incluso una persona con atención al cliente se podrán a la defensiva si comienzas con ira. Una queja es como una acusación por lo que es normal ponerse a la defensiva. Lo ideal es presentar la queja de manera que la otra persona pueda ayudarte. Indica algo positivo como por ejemplo que eres un cliente fiel a la empresa de reclamaciones o que compartes un objetivo común con tu oyente.
Termina con otra declaración positiva. Termina tu queja con un pensamiento positivo. Dile a la persona si el problema está resuelto, entonces mejorará la relación. O simplemente di algo como: “agradecería tu ayuda”.
Considera a tu oyente. Una queja es una solicitud de ayuda y cuando pedimos ayuda, lo pedimos amablemente… Si lo haces enfadado no tendrás esa ayuda. Esto puede ser complicado porque no estamos motivados para ser amables cuando estamos más molestos. Si no puedes controlar tus emociones, al menos reconócelas. Probablemente estés frustrado, así que cuando encuentres a alguien que pueda ayudarte, dile: »Lo siento si parezco molesto; no eres tú”, así sabrán que no es algo personal.