¿Alguna vez has necesitado un consejo y no has tenido a nadie que te lo dé? Existe una técnica para estos casos.
Seguro que conoces a alguna persona que admiras por su manera de ser o su buen hacer. Quizá sean tus padres o abuelos. Sin embargo, es ahora cuando necesitas ese consejo y no los tienes enfrente para preguntarles; quizá ese mentor haya muerto pero era alguien que te inspiraba en tu vida.
Me dirás que, en realidad no es él quien responde, si no tú. Es cierto, pero si has elegido a un mentor es porque conoces muchas cosas sobre él o ella, y «sabes» perfectamente lo que te diría. Puede que hayas leído libros sobre él o ella y sepas cómo es su manera de pensar acerca de la vida.
Elige bien tus mentores.
No te conformes con un sólo mentor. Elige mínimo 3 personas que te gustaría tener siempre a tu lado para que te aconsejaran en aquellos momentos que necesites. La única condición es que debes conocerlos bien: ya sea personalmente o porque has leído su obra.
Puedes elegir diferentes mentores para diferentes áreas de tu vida. En mi caso particular, a nivel personal: mi padre es el jefe de todos los mentores, seguido por el buen hacer de mi madre. Con respecto a mi hobby, los blogs: tengo a Álex Kei y David Cantone, por su profesionalidad y su manera de hacer las cosas.
La concentración es fundamental para desarrollar esta técnica.
Imagínate que tienes una cita con él o ella. Acude a un sitio tranquilo (puede ser tu cuarto) túmbate en la cama y cierra los ojos. La visualización es clave para hacer más vívida la experiencia. Imagínate que estás en una sala sentado frente a tu mentor. Le haces una pregunta concreta acerca de lo que te preocupa y te imaginas cómo te responde.
La cita puede durar lo que tu quieras. Seguro que saldrás reforzado/a de esta experiencia. Seguro que tú sabes quién es la persona que quieres emular. Adóptalo como mentor y solicita su presencia mental cuando lo necesites. Verás cómo funciona.
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