Estás presente pero como desconectado, ¿alguna vez te ha pasado? Entonces es posible que entiendas qué es y cómo puede afectar la apatía a las personas que la padecen. La apatía se puede describir de muchas maneras puesto que cada persona lo puede sentir de forma personalizada, pero en realidad, es un sentimiento de no sentir, por muy contradictorio que aparezca.
Todos pasan por este sentimiento de no sentir en algún momento de sus vidas. Es la falta de motivación o impulso para hacer cosas o conseguir las metas, es una sensación de estar afligido por esa emoción que no causa emociones. Si esto te ocurre es probable que debas valorar qué está ocurriendo en tu vida para que no puedas sentir nada… por nada.
Qué es
La apatía es un sentimiento, pero es silencioso y genera tensión en quien lo padece… aunque a veces ni tan siquiera se sienta eso. Pero también puede ser una actitud. Una actitud de indiferencia, de despreocupación, de falta de respuesta, de desapego… esta actitud quita energía y te sientes letárgico, apático y sin ganas de hacer nada, como si estuvieras paralizado para actuar.
Las personas que son apáticas son identificados por la misma pasividad que muestran ante la vida. Son personas carentes de entusiasmo, no tienen interés por enfrentar los desafíos de la vida si se ven seriamente comprometidos. No les importa lo suficiente y tampoco les importa que no les importe.
Causas
Las causas de la apatía pueden ser causas biológicas o médicas, físicas u orgánicas. Lapatía puede ocurrir a causa de:
- Esquizofrenia
- Accidente cerebrovascular
- Enfermedad de Parkinson
- Parálisis supranuclear progresiva
- Enfermedad de Huntington
- Demencias como la enfermedad de Alzheimer, demencia vascular y demencia frontotemporal
- Falta de sueño
- Fatiga general
- Mala alimentación
- Falta de ejercicio
- Defectos orgánicos,como un mal funcionamiento de la glándula tiroides o del sistema límbico
- Distimia
- Depresión mayor
- Trastorno bipolar
- Consumo de drogas
Independientemente de la etiología, la consecuencia última de todas estas condiciones, y también de otras, es prácticamente la misma. Es decir, para todos los que sufren de apatía, lo que se pierde es la esperanza fundamental de que la felicidad o la realización personal es posible. O bien, han dejado de creer en el valor intrínseco de los objetivos que se habían fijado antes, o han perdido la fe en su capacidad interna para lograr las cosas.
En este sentido, no pueden pensar en nada por lo que valga la pena luchar. Como resultado, la energía mental, física o emocional bruta para lograr lo que en el pasado puede haber sido valorada por ellos desaparece. Son personas que se sienten perdidas, que no se encuentran en ningún lugar. Además, aunque los sentimientos de depresión con frecuencia van de la mano con la apatía (y en ocasiones son casi indistinguibles de ella), se debe tener en cuenta que la apatía a veces puede ocurrir por sí sola.
Si no hay una causa general para tu apatía, quizá sea el pesimismo que sientes acerca de tu futuro. Esa actitud contraproducente podría derivarse de la programación y salud emocional de tu primera infancia, lo que te llevó a creer que no importa lo que te esfuerces que nunca tendrás éxito… simplemente sientes que no puedes ganar o perder.
Entonces, cuando te has hundido en el abismo profundo de la apatía, y salir de él parece ser demasiado arduo para la cantidad de energía a tu disposición, ¿qué hacer? Tendrás que hacer bastante y poner de tu parte aunque no tengas ganas. Porque es un proceso gradual que requiere de varios pasos.
Soluciones para la apatía
Aunque hay muchas cosas prácticas que puedes hacer con respecto a tu apatía, no podrás hacer ninguna de ellas a menos que puedas cambiar tu forma de pensar. Independientemente de lo que inicialmente causó que te sintieras tan desmotivado, es tu perspectiva actual lo que te mantiene estancado. Tu tarea inmediata, entonces, es alterar esta perspectiva. En resumen, es mejor concentrarse en cómo arreglar lo que está dentro de tu cabeza que lo que está fuera de ti. Y sí, tendrás que sacar tu fuerza interna para conseguirlo.
Deberás preguntarte: “Estoy dispuesto a comprometerme conmigo mismo para darle a esta apatía la lucha de su vida, aunque hacerlo parece que requerirá mucha más energía y esfuerzo de lo que ahora soy capaz de tener?” No puedes vivir la vida al máximo, ser feliz, estar satisfecho o contento, si abandonas activamente la búsqueda de tus metas y deseos. Además, no actuar puede disminuir tu autoestima y provocarte sentimientos tan angustiantes como la inutilidad, la culpa o la vergüenza. ¿Quieres soluciones realmente? Sigue leyendo.
¿De dónde viene?
Determina de dónde proviene tu apatía y cuestiona tus suposiciones subyacentes. Dado que la apatía es fundamentalmente una actitud, tendrás que comenzar a mirarte a ti mismo y a tu historia desde una perspectiva diferente. a mirarse a sí mismo y a su historia desde una perspectiva. Una perspectiva desde la compasión, la empatía, la comprensión y el perdón ante cualquier defecto del pasado. Si te has etiquetado como vago o egoísta, quizá sea mejor que dejes esos pensamientos de fracaso a un lado. Es hora de ir más lejos y dejar atrás esos mensajes negativos que has recibido de ti en tu pasado y darte cuenta de que, mientras no te fijes demasiado en la mira y estés dispuesto a aplicarte diligentemente a lo que sea importante para ti, tu éxito está garantizado.
Resolución de problemas
Pasa de la pasividad a la resolución de problemas. ¿Qué puedes hacer ahora mismo para ir más allá de tu inercia mental o emocional? ¿Cuál es el primer paso más fácil y más factible que puedes tomar para salir del sopor al que te has deslizado? Este es un momento para intercambiar ideas: para hacer una lista de lo que no funciona para ti y lo que podría mejorar tu situación. Si tus circunstancias particulares no son susceptibles de cambiar, ¿puedes aceptarlas por lo que son, superarlas y seguir adelante? Lo crucial aquí es simplemente liberarse de lo que te dejó en este estado de animación suspendida.
Novedades en tu rutina
Las rutinas pueden volverse aburridas, así que encuentra formas de liberarte de ellas. Tal vez puedes desafiarte a ti mismo para iniciar una conversación con alguien en el trabajo que no conoces muy bien. O cambias tu régimen de ejercicios: cuándo, dónde o con quién trabajas; o qué ejercicios realizas habitualmente.
También puedes hacer algunos cambios en tu dieta, probando nuevos platos o combinaciones de alimentos. Ir de viaje, dar un largo paseo por la naturaleza… todo suma. Quizá quieras cambiar de trabajo, volver a estudiar o practicar una nueva habilidad. Vale la pena considerar lo que pueda darte una nueva oportunidad de vida. ¡Ten metas y concéntrate en ellas!